Desde la formulación del mito del “buen salvaje” de Rousseau, por el cual el hombre es libre y bueno en un estadio natural anterior a la civilización, hasta nuestros días, han sucedido muchas cosas. Una de ellas, la aparición del primer semáforo eléctrico del mundo en 1918, cuyo autor fue James Hoge, en Cleveland (Estados Unidos). Después, en 1926, se instaló el primer semáforo en Madrid, hasta que paulatinamente los semáforos fueron colonizando nuestras vías y vidas con la finalidad de regular el tráfico de vehículos y peatones en las intersecciones, estableciendo el orden, e impidiendo colisiones, atropellos y demás desgracias.
Si bien un mundo sin semáforos, hoy por hoy, resultaría inconcebible; a veces aún aflora a nuestras conciencias el espíritu del buen salvaje que se rebela ante los semáforos que más que regular, cazan y condenan con el cuestionado sistema “foto-rojo”, a pesar de la cada vez más amplia jurisprudencia anulando las multas aplicadas: pues dichas fotografías son “cualquier cosa menos concluyentes”.
En Castrillón, es por todos conocido, el lugar en el que se encuentra uno de esos fotomatones recaudatorios. No es difícil percatarse de las cabriolas automovilísticas, que cada conductor improvisa, con tal de evitar el disparo lumínico consecuencia de, según se dice, unos métodos de coordinación distorsionados, exentos de secuencias razonables y absolutamente desquiciantes.
Lo último que he oído al respecto, es que, durante un instante, al menos, confluyó la misma señal luminosa a ambos lados de la intersección, por lo que varios conductores atónitos, quedaron mirándose unos a otros con gesto de terror y más tarde con cara de póquer, pues gracias a algún tipo de providencia extraterrestre no llegó a producirse ninguna colisión. Ese llamémosle “encuentro en la tercera fase,” corrió de boca en boca y llegó a servidora, que ha decidido dar a conocer esos supuestos y extraños hechos. Sea una leyenda urbana, una histeria colectiva, una abducción extraterrestre o un fallo en el automatismo de los ciclos combinados de los semáforos, no estaría de más que también se inspeccionasen los sistemas de control y sanción de las administraciones, pues la administración y la civilización ha de estar al servicio de los ciudadanos y no en su contra. Eso lo sabemos todos además del buen salvaje.
Por mi parte, y, mientras no se esclarezcan los hechos enunciados, concluyo de forma temporal, al menos, que algunos vehículos se saltan semáforos y algunos semáforos se saltan vehículos y es, en este último caso, cuando se debería de hablar de semáforos malditos.
… cuando el buen salvaje decide suplantar a su congénere por un artefacto de metal, vidrio…etc. al tiempo que amenaza emitiendo rayos de luz de colores, creo que hay que cambiar la estrategia, ya que, si Spinoza decia que 《por mucho que amas a Dios, este, no te va amar a ti》 aqui daríamos: no por mucho que razonemos con un semáforo este lo hará con nosotros. ¿conclusión? recaudar.
… cuando el buen salvaje decide suplantar a su congénere por un artefacto de metal, vidrio…etc. al tiempo que amenaza emitiendo rayos de luz de colores, creo que hay que cambiar la estrategia, ya que, si Spinoza decia que 《por mucho que amas a Dios, este, no te va amar a ti》 aqui daríamos: no por mucho que razonemos con un semáforo este lo hará con nosotros. ¿conclusión? recaudar.
Un comentario muy ingenioso y literario, Bernardino. Creo que la escritura no se te da nada mal. Gracias.
Basado en reales, como la peli de Blow.
Me alegra mucho haber recibido este comentario. Gracias.
Un buen artículo muy documentado con una breve descripción histórica muy práctica
Una muy buena crítica. Gracias.
Muy buen artículo
Muchas gracias