El reflejo de la nieve

El reflejo de la nieve

 

La Nueva España, martes 20 de febrero de 2018

Si hay algo más etéreo que la nieve es su reflejo: un brillo cegador, inesperado e inmaterial que, si se le deja, traspasa el alma y nos contagia de luz.

Es verdad que la nieve es capaz de doblegar las rígidas ramas de los sauces; pero no las flexibles de los pinos. Así nos lo enseña la sabiduría taoísta. Por eso me sentí feliz en febrero cuando llego la nieve, porque sabía que tras ella hallaría algo brillante y magnético.

Y se sucedieron los días con zapatos y botas de suela de goma para evitar los resbalones en las carreras cotidianas. Aquí, allí, arriba, abajo, las llamadas, las gestiones, la supuesta y diaria incomodidad del frío; pero el resplandor se percibía cada vez como una huella más cercana y junto al sonido de la lluvia, si agudizaba el oído, percibía las notas musicales de algún misterioso piano; pero sobre todo lo que me sobresaltaba era esa exultante e inexplicable felicidad que me acompañaba aún en las tareas más tediosas y rutinarias.

Es verdad que a veces esperamos grandes cosas que son difíciles de que sucedan; pero quizás la felicidad radique en encontrar esas otras, que para los demás podrán resultar insignificantes, pero cada uno de nosotros constituyen la esencia misma de la vida.

Es verdad que desde hace bastantes meses andaba detrás de un libro titulado El humo de los barcos de José Marcelino García; pero por lo que fuese, todos los intentos de conseguirlo se volvían fallidos. Hace tan solo un día, el milagro de la nieve –estoy segura– convirtió mi deseo en oportunidad y coincidí con el autor del libro tan esperado, que además me lo regaló con dedicatoria incluida. Sentí un frío inusual al tenerlo por fin en mis manos. Y es que el humo de los barcos como el misterio de la nieve es intangible, pero puede llegar a traspasarnos.

A veces la felicidad consiste tan solo en intuir un libro antes de leerlo o conseguirlo. Y ahora, me siento tan afortunada…

Es verdad que esa noche, también –todo un lujo–, surgieron blancas, muy blancas las palabras al cobijo de la intemperie como la voz de la resistencia, siempre espléndido, Juan Carlos Mestre. Pero no solo era belleza, era mucho más. Definitivamente, no estaremos solos mientras Mestre reivindique la esencia humana y la dignidad civil, ante cualquier tipo de alienación oscura y avasalladora.

Y feliz, creo que todo se lo debo al inusual reflejo de la nieve.

8 Comments on “El reflejo de la nieve

  1. Me encanta tú escrito. Te engancha desde el principio y te sientes afortunada de leerlo. Gracias por escribir así de bien. Y espero tuyo muchos más

  2. Tú relato como siempre me ha encantado pero esta vez, además de gustarme, nada más leerlo, me ha quedado en el estómago un dulce regusto de satisfacción contenida que sin duda alguna me va a durar cuando menos para todo el día, pase lo que pase.
    Tal vez sea que mientras lo consumía, cada vez que saltaba de párrafo y mis ojos se cruzaban con la palabra FELICIDAD, que has usado hasta en cinco ocasiones, sentía el pinchazo de una inyección de complacencia que al final del relato ha dejado en mis venas toda la medicina que contenía. Como tú, y creo que ya te lo he puesto otras veces, yo pienso que la FELICIDAD es un concepto enorme y complicado, a veces imposible por excesivo, pero que se consigue mucho más fácil de lo que la gente piensa. Basta con alimentar el ego con pequeñas dosis de realidad y saber disfrutar de ellas, por muy simples o comunes que nos parezcan. Con este texto tuyo par hoy ya no necesito más medicamento, pase lo que pase.
    Gracias Carmen

    1. Ciertamente Francisco, creo que la felicidad, a veces, es una cuestión de detalle y el percibirlo, un don; pero no exento de voluntad. Gracias por tu comentario analítico que denota sin duda tus dotes de escritor.

  3. Es un escrito delicado, bello, claro y limpio como la misma nieve. Un gozo de lectura, amiga Verso Fuster..
    Sensibiliza… Muchísimas gracias y feliz mañana. Teo

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