Poco sé sobre elefantes reales. Diferencio -eso sí- el africano del asiático, porque éste último tiene las orejas más pequeñas y redondeadas que el primero, carece de colmillos, su lomo es arqueado y su tamaño menor que el que habita en la sabana africana.
En la tradición hindú, a los elefantes se les representa a modo de columnas sujetando el universo y, por esa senda de concepción mágica, son seres capaces de crear nubes e incluso disponen de alas.
Pensar en elefantes rosas no es muy recomendable, pues esa imagen simboliza un tipo de alucinación asociada al consumo de alcohol.
Uno de mis elefantes favoritos es sin duda Salomón que, en la deliciosa novela, El viaje del elefante de nuestro querido Saramago, recorre Europa en el siglo XVI debido a que Juan II, rey de Portugal, decide regalar al archiduque Maximiliano III de Austria un elefante con una finalidad estratégica de hermanamiento bastante absurda
Pero por qué esta disertación y por qué pensar en elefantes reales, literarios, coloreados o celestes con la que está cayendo. Creo que la culpa la tiene un cartel que he visto recientemente anunciando un circo. El cartel exhibía un majestuoso elefante africano que tenía enormes colmillos y estaba revestido de adornos coloristas. Lo que más me llamó la atención, es que el elefante tenía los ojos de un irreal verde fluorescente. No sé si debido a la casualidad, al destino o a ambas cosas, en un trayecto que suelo hacer habitualmente y debido a un atasco, quedé retenida justo al lado del circo que anunciaba el cartel. Entonces lo vi: era un elefante pequeño, grisáceo, viejo, cansado y asiático que nada tenía que ver con el del cartel. Este diminuto elefante parecía pedir clemencia, mientras a su lado alguien con una pala bastante oxidada removía no se para qué una especie de paja reseca. Entonces pensé que sé muy poco sobre elefantes; pero aquel elefante moribundo era sin duda el más triste que conozco de entre los reales, irreales, mitológicos o literarios y que bien se podría merecer unas líneas para que alguien las lea.
Quiso de nuevo, no sé si la causalidad o el destino o ambas cosas, que alguien me hiciese llegar para la firma una petición para que los circos no utilicen animales y, sin dudarlo, firmé. Aquel indefenso paquidermo se lo merecía y Salomón y el elefante sagrado que sostiene el universo y el que vuela y hasta el rosado, si me apuran, lo merecía también.
Este me gusta especialmente,no se si por recordar esos carteles espectaculares y engañosos,si por la tristeza que recoges del elefante en si….O por los comentarios que das de respuesta con referencia a «la senda de los elefantes» con Elisabeth taylor no? No se todo junto me encantó,aquellos carteles engañan,defraudan… tu nunca,siempre me quedo contento con lo qué leo
Rubén, «La senda de los elefantes», ¡qué recuerdos…! La cantidad de películas que veía con mi abuela, experta en cine, biografías de actores y tantas cosas… Me alegra que te haya gustado y disculpa que haya tardado algo en responder a tu comentario. Muchas gracias.
Artìculos como este, que nos llevan desde lo infantil y hermoso , presaprensivo , ilusionado e incauto concepto de los niños, hasta la reseña mìtica de un animal, considerado sagrado en muchas partes, y la novela de EL VIAJE DEL ELEFANTE del portuguès Josè Saramago, nos inclina a pensar que estamos frente a nuevo concepto de hacer una defensa ingeniosa de los animales, en un mundo en el cual la degradaciòn de las sociedades, ha llevado al hombre al menosprecio de «nuestros hermanos menores» , su maltrato y explotaciòn.
Los caprichos reales y las «absurdas estrategias» , obligaron a «Salomòn» a recorrer Europa, mientras los lacayos enseñaron a la realeza de Austria , que la compasiòn solidaria debe identificar al gènero humano y que la sabidurìa del elefante, su concepto de familia y ayuda mutua, debe servir como ejemplo a la sociedad humana.
Williams te agradezco mucho este comentario. Si mi artículos poseen algún valor, son los comentarios los que los convierten en joyas. Además este artículo trasciende lo meramente estético y persigue una finalidad. Confío que entre todos consigamos erradicar el maltrato en todas sus formas incluido el animal.
Cierto. Has destacado un rasgo importante: nobleza. Ojalá muchas personas, especialmente las que defraudan, fuesen capaces de imitar comportamientos animales, naturales, sin doble intención ni maldad.
Gracias por tu comentario, Julia.
Aunque triste, muy acertado artículo. Estamos equivocados si creemos que los animales, aun siendo irracionales, son de piedra y por ello carentes de sufrimiento. El dolor no es algo ajeno a ellos.
Una descripción fantástica de la grandeza de este animal que aunque empieza bien para él, acaba mal recordándonos a todos los humanos lo injusto e inhumanos que nos volvemos cuando ejercitamos el poder de forma injusta y sólo a nuestro beneficio y codicia. Gracias por recordarnarlos.
Tan sólo un pequeño desacuerdo, Carmen: Ni estuvo ni está cayendo nada. Estuvo y lo están tirando. Y, como la comentada vida de los elefantes, no es fruto ni de la casualidad ni del destino, sino de actos humanos, por inhumanos que nos parezcan. Se dice que detentamos el raciocinio y las potencias del alma: memoria, entendimiento y voluntad. Yo, a veces, ya lo dudo. Gracias por el relato.
Totalmente de acuerdo con el desacuerdo. Y creo que, por desgracia, los humanos en muchas ocasiones somos bastante desalmados. Muchas gracias por tu comentario.
Como siempre una acertada reflexión la tuya Carmen. Lo que ocurre, es que en estos tiempos, cuando pienso en elefantes me viene a la cabeza una imagen aún más desoladora que ésta que tú describes con tanta sutileza. Yo no puedo evitar imaginarme unos elefantes enormes, gigantes diría, con una expresión desafiante y desenfadada, que se mueven siempre en manada y que arrasan por allí por donde pasan sin importarles las consecuencias. Es una lástima evocar la imagen de un animal tan majestuoso para describir una situación tan lamentablemente devastadora, pero tal vez por esa fuerza que tienen es por lo que mi imaginación los usa para crear el símil.
Un placer leerte y participar Carmen. Tus textos siempre sugieren algo, bueno o malo, y al final consiguen la pausa y la reflexión después del deleite.
Esa imagen que evocas me recuerda a una película estadounidense titulada «La senda de los elefantes». Los elefantes trataban de recobrar una senda por la que había transitado desde siempre, a pesar de las construcciones que los hombres habían hecho. En esa lucha eterna: hombre contra naturaleza, parece que el hombre lleva las de perder; pero a mí me entristece mucho que un animal inteligente y salvaje viva preso y alejado de su entorno natural. Muchas gracias por tu reflexión y por tu comentario.
Que guapo Carmen y cuanta tristeza. Tu historia me recordó que una vez vi a un monin con un fotógrafo en una fiesta de prau. Era un criu pero nunca lo olvidaré por la tristeza que aquel animal me produjo… Tu elefante y mi monín seguro que formarán parte de esa historia íntima y nuestra que nunca contamos.
Saludos
Sí, Bernardino, hay emociones que nos acompañarán siempre. Y hay circunstancias que no deben hacernos permanecer indiferentes. Muchas gracias por tu comentario.
Este me gusta especialmente,no se si por recordar esos carteles espectaculares y engañosos,si por la tristeza que recoges del elefante en si….O por los comentarios que das de respuesta con referencia a «la senda de los elefantes» con Elisabeth taylor no? No se todo junto me encantó,aquellos carteles engañan,defraudan… tu nunca,siempre me quedo contento con lo qué leo
Rubén, «La senda de los elefantes», ¡qué recuerdos…! La cantidad de películas que veía con mi abuela, experta en cine, biografías de actores y tantas cosas… Me alegra que te haya gustado y disculpa que haya tardado algo en responder a tu comentario. Muchas gracias.
Artìculos como este, que nos llevan desde lo infantil y hermoso , presaprensivo , ilusionado e incauto concepto de los niños, hasta la reseña mìtica de un animal, considerado sagrado en muchas partes, y la novela de EL VIAJE DEL ELEFANTE del portuguès Josè Saramago, nos inclina a pensar que estamos frente a nuevo concepto de hacer una defensa ingeniosa de los animales, en un mundo en el cual la degradaciòn de las sociedades, ha llevado al hombre al menosprecio de «nuestros hermanos menores» , su maltrato y explotaciòn.
Los caprichos reales y las «absurdas estrategias» , obligaron a «Salomòn» a recorrer Europa, mientras los lacayos enseñaron a la realeza de Austria , que la compasiòn solidaria debe identificar al gènero humano y que la sabidurìa del elefante, su concepto de familia y ayuda mutua, debe servir como ejemplo a la sociedad humana.
Williams te agradezco mucho este comentario. Si mi artículos poseen algún valor, son los comentarios los que los convierten en joyas. Además este artículo trasciende lo meramente estético y persigue una finalidad. Confío que entre todos consigamos erradicar el maltrato en todas sus formas incluido el animal.
Carmen gracias por este artículo, ojalá remueva conciencias frente al maltrato animal. Habrá algo más noble que los animales? Un saludo.
Cierto. Has destacado un rasgo importante: nobleza. Ojalá muchas personas, especialmente las que defraudan, fuesen capaces de imitar comportamientos animales, naturales, sin doble intención ni maldad.
Gracias por tu comentario, Julia.
Aunque triste, muy acertado artículo. Estamos equivocados si creemos que los animales, aun siendo irracionales, son de piedra y por ello carentes de sufrimiento. El dolor no es algo ajeno a ellos.
Exacto. Sufren y en ocasiones son más «civilizados» que algunos humanos. Muchas gracias por tu comentario.
Una descripción fantástica de la grandeza de este animal que aunque empieza bien para él, acaba mal recordándonos a todos los humanos lo injusto e inhumanos que nos volvemos cuando ejercitamos el poder de forma injusta y sólo a nuestro beneficio y codicia. Gracias por recordarnarlos.
Muchas gracias por tu comentario con el que estoy totalmente de acuerdo.
Tan sólo un pequeño desacuerdo, Carmen: Ni estuvo ni está cayendo nada. Estuvo y lo están tirando. Y, como la comentada vida de los elefantes, no es fruto ni de la casualidad ni del destino, sino de actos humanos, por inhumanos que nos parezcan. Se dice que detentamos el raciocinio y las potencias del alma: memoria, entendimiento y voluntad. Yo, a veces, ya lo dudo. Gracias por el relato.
Totalmente de acuerdo con el desacuerdo. Y creo que, por desgracia, los humanos en muchas ocasiones somos bastante desalmados. Muchas gracias por tu comentario.
Como siempre una acertada reflexión la tuya Carmen. Lo que ocurre, es que en estos tiempos, cuando pienso en elefantes me viene a la cabeza una imagen aún más desoladora que ésta que tú describes con tanta sutileza. Yo no puedo evitar imaginarme unos elefantes enormes, gigantes diría, con una expresión desafiante y desenfadada, que se mueven siempre en manada y que arrasan por allí por donde pasan sin importarles las consecuencias. Es una lástima evocar la imagen de un animal tan majestuoso para describir una situación tan lamentablemente devastadora, pero tal vez por esa fuerza que tienen es por lo que mi imaginación los usa para crear el símil.
Un placer leerte y participar Carmen. Tus textos siempre sugieren algo, bueno o malo, y al final consiguen la pausa y la reflexión después del deleite.
Esa imagen que evocas me recuerda a una película estadounidense titulada «La senda de los elefantes». Los elefantes trataban de recobrar una senda por la que había transitado desde siempre, a pesar de las construcciones que los hombres habían hecho. En esa lucha eterna: hombre contra naturaleza, parece que el hombre lleva las de perder; pero a mí me entristece mucho que un animal inteligente y salvaje viva preso y alejado de su entorno natural. Muchas gracias por tu reflexión y por tu comentario.
Que guapo Carmen y cuanta tristeza. Tu historia me recordó que una vez vi a un monin con un fotógrafo en una fiesta de prau. Era un criu pero nunca lo olvidaré por la tristeza que aquel animal me produjo… Tu elefante y mi monín seguro que formarán parte de esa historia íntima y nuestra que nunca contamos.
Saludos
Sí, Bernardino, hay emociones que nos acompañarán siempre. Y hay circunstancias que no deben hacernos permanecer indiferentes. Muchas gracias por tu comentario.