Hija, –dice la madre– sube a la buhardilla, mis piernas están cansadas; pero mis ojos ahora ven más. Sube, donde yo no alcanzo y encuentra el baúl de las tres palabras. La hija piensa que la madre delira, jamás vio ese baúl. Además, se pregunta, ¿qué tipo de baúl oculto, mágico, podría contener tres palabras? Las palabras son sonidos y los sonidos no se contienen en nada, ni siquiera en baúles; pero la madre la incita a la búsqueda, con cierta urgencia: hija, apresúrate y, no seas inocente, nos queda poco tiempo. La hija, entonces, con respiración agitada y guiada por la certeza que, solo en ocasiones, puede procurar una intuición, sube rápidamente uno a uno los escalones y, una vez arriba, se sorprende al ver un extraño baúl que, sin duda, siempre debió de estar ahí; pero en el que nunca, hasta ahora, había reparado. Madre, –susurra la hija, tras abrir enseguida el baúl– solo veo una muñeca pequeña y rota. Eso es solo el final, –responde su madre–. Debes comenzar desde el principio. Sigue buscando. La hija arroja fuera del baúl todo aquello que considera que carece de significado: sábanas, fotos, algún libro muy viejo, flores secas… Hasta que en un papel, trazadas con la borrosa tinta del tiempo, lee tres palabras. Veo las tres palabras –grita la hija–. Desentraña –pide la madre– su significado; el verdadero, el intenso, el que nos acompañará, siempre y juntas, en este camino en el que ya todo comienza a desvanecerse. ¡Confianza! La primera palabra es confianza. Sí, –asiente su madre–. La confianza es un niño recién nacido al que tenemos que proteger y una cuna blanca y blanda. Y un litoral nevado y la brasa en una chimenea de piedra y calcetines de lana y una bañera con agua caliente un día de cielo encapotado, dice la hija. La segunda palabra –matiza la hija– es traición y huele a cloaca, a pesar del brillo de los naipes en los casinos. Traición es un pavo trufado de veneno en Navidad y también tumbas que se abren –apunta su madre–. Unamos nuestras manos contra la traición. Encontremos la última palabra. La última palabra es esperanza, es verde y también cerezo en flor y es hierba fresca y suave que crece, y notas musicales y leyes de Newton y pastel de manzana y olas blancas y frías que alcanzan nuestros pies y renuevan la vida y la serenidad del arenal solo con la sal de la verdad. Avancemos juntas hasta el final. Nunca lo dudes: Tarde, pero hemos vencido. Te lo dedico, baúl, silencio y ser.